El sexenio de Enrique Peña Nieto (EPN) quedó marcado por el gran incremento de la deuda pública.
Durante su gestión, el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), la medida más amplia de las obligaciones gubernamentales, pasó de 37.1% del PIB en 2012, al 45.5%, en el primer semestre de 2018.
No obstante, esta relación entre la deuda y el PIB tocó su punto más alto en 2016, pues fue equivalente al 48.7% de la economía mexicana.
Al mes de julio de 2018, el SHRFSP se ubicó en 9.995 billones de pesos; esto significa que cada mexicano debería pagar 179,639 pesos para saldar las obligaciones, si se contempla a la población económicamente activa –es decir, la población de 15 años o más que trabaja o busca empleo activamente–.
Esta cifra es 64.9% mayor que al cierre del mandato de Felipe Calderón, cuando cada mexicano hubiera tenido que aportar 108,924 para liquidar la deuda.
En abril de 2018, Abdelhak Senhadji, director adjunto del departamento de asuntos fiscales del Fondo Monetario Internacional (FMI), recomendó a México bajar su deuda.
“La deuda, como parte proporcional del PIB, aún es alta (…); aunque se proyecta que se mantenga relativamente estable en el mediano plazo. Nos gustaría ver que bajara un poco más. Aunque esto significaría que se tendría que realizar una consolidación fiscal”, indicó.
Para Raymundo Tenorio, profesor asociado en el Tec de Monterrey, la política fiscal ha sido un desastre en el sexenio de EPN.
“Se gastó mucho, no se sabe en qué exactamente, y no se logró aumentar los ingresos en la misma proporción, para mantener saludables las finanzas públicas”, lamentó.