Indígenas chiapanecas bordan atuendo del Papa

Seis mujeres de la etnia tzeltal bordan desde hace 17 años atuendos que usará Francisco durante su visita a San Cristóbal de Las Casas, el próximo 15 de febrero

Su voz se quiebra al decir: “siento mucha alegría en mi corazón”, es Florinda Pérez Gutiérrez, indígena tzeltal, quien junto con cinco compañeras invirtió cerca de 17 días para bordar los atuendos que usará el Papa Francisco durante su visita a San Cristóbal de Las Casas, el próximo 15 de febrero.

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Doña Florinda Pérez no habla español, es apoyada por sus compañeras quienes traducen sus emotivas palabras que explican que los bordados representan el 13, un número sagrado en el mundo indígena, y forman un rombo grande con una cruz maya en el centro. En cada lado hay tres que formados significarían el desarrollo de las mujeres.

En este municipio ubicado entre montañas, y cuyo nombre en tzeltal significa “Tierra de Pitas”, comenta también que le pediría al Papa Francisco que les ayude a comercializar su trabajo.

Y es que ella forma parte de una cooperativa de mujeres indígenas denominada Jluchiyej Nichimetic (Sembradoras de Flores, en tzeltal), compuesta por más de 250 personas de 13 comunidades chiapanecas, quienes han ganado premios nacionales por sus maravillosos bordados e incluso han logrado exportaciones e invitaciones a mostrar sus productos fuera del país.

A lo largo del jardín, las mujeres con estambres, tijeras, hilos y agujas, no dejan de bordar, ya que para la visita del Obispo de Roma tendrán que tener listas más de 200 estolas, que si les dan permiso, venderán en la explanada de la Catedral de San Cristóbal, durante la visita del Sumo Pontífice.

En otra parte de la cooperativa de Chilón, otro grupo de mujeres descalzas hacen mover el pedal de la máquina de coser para terminar una estola que, por un lado tiene hermosos bordados en diferentes colores, y por el otro, una imagen del Papa Francisco y de la Virgen de Guadalupe, sobre la figura del mapa del país, que en la parte norte muestra una cruz en color rojo.

“Yo le pediría al Papa Francisco que nos ayudara a comercializar nuestro trabajo, aquí somos muy pobres”, expresa Florinda Pérez, y señala que ella estaba enferma, pero cuando le dijeron que sería la encargada de elaborar los bordados, se alivió de sólo pensar en el trabajo.

Las voces se escuchan alegres en su lengua, se dan ánimos entre risas y sin quitar la mirada en su trabajo, Doña Sebastiana, una de las fundadoras de la cooperativa de 74 años de edad, recuerda que fueron las Hermanas del Divino Pastor, quienes les enseñaron y organizaron para tener este trabajo.

Verónica Pérez Cruz, iniciadora de los bordados y ahora tercera generación, “no sólo trabaja con nosotras en los bordados, sino también en la administración, porque algunas de nuestras hijas ahora terminaron una carrera en administración o contaduría y nos ayudan e mejorar nuestra cooperativa”, refiere.

De la cocina de la cooperativa se desprende el olor a comida que preparan ellas mismas para alimentarse y seguir en su labor matemática como dice Veronica, porque no sólo se trata de coser, sino también de contar y no equivocarse, porque sale mal el bordado, que es de punto doble no de tres, el más difícil.

Orgullosas las mujeres porque su taller fue el elegido para elaborar los bordados que componen la casulla papal, manifiestan que todas pusieron su amor y alegría para realizar este trabajo para el Papa, “ya que nunca habían tenido tan cerca al representante de Dios”.

La comunidad de Chilón se ubica en la zona montañosa de Chiapas, para llegar ahí hay que trasladarse más de 200 kilómetros de curvas y tramos llenos de niebla, es una zona totalmente indígena que espera, como dicen las mujeres, que la fe les ayude a salir de la pobreza, mediante la labor de los bordados.

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