En México, dejar de ser pobre es casi imposible: informe

“Échale ganas”, “el cambio está en uno mismo” o “si se quiere, se puede” son frases comunes en el vernáculo mexicano para expresar que se puede dejar de ser pobre o poco exitoso con trabajo y esfuerzo.

Sin embargo, existe una triste realidad que subyace a esta narrativa que intenta, inútilmente, borrar las barreras de la desigualdad con simples palabras: la movilidad social en México es muy baja y los motivos que la mantienen así son ajenos a las personas.

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“En México, la narrativa (de esas frases) beneficia al status quo y a quienes detentan los mayores privilegios de la sociedad, porque justifican los resultados que vemos y la estructura social que vivimos, donde la responsabilidad de la pobreza está en aquellas que la viven y no está en sistemas fiscales, de políticas públicas y de distribución”, dice Ricardo Fuentes-Nieva, director de Oxfam México a México.com

“Es una narrativa muy útil para justificar que si yo tengo un buen trabajo, tengo una empresa, pues es porque yo me lo merezco”, dice Fuentes-Nava.

74 de cada 100 mexicanos que nacen en condición de pobreza no consiguen salir de ella. Esto, según los hallazgos del informe Movilidad social en México 2019: hacia la igualdad regional de oportunidades, elaborado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Proceso y el Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

El hecho de que los mexicanos no estén alcanzando su máximo potencial no tiene que ver con cuánto esfuerzo, trabajo o deseo dediquen a algo. Ni si quiera tiene que ver con su talento o capacidad, sino que recae en el origen.

De acuerdo con el documento, quien nace en la riqueza está casi destinado a mantenerse ahí. De la misma forma, alguien que nace en la pobreza tiene una alta posibilidad de morir en vulnerabilidad.

Además, el informe indica que 75 de cada 100 mujeres no logran salir de la pobreza por su condición de género, pues 87 de cada 100 personas excluidas del mercado laboral son del sexo femenino.

En la región sur del país, 86 de cada 100 personas no logran superar la condición de pobreza, mientras que en el norte la cifra de personas en esta situación es de 54 de cada 100.

En cuanto a la movilidad educativa, también esta es limitada, pues hijos de padres con mayores niveles de educación profesional alcanzan a formarse a una taza doce veces mayor que los hijos de padres sin escolaridad.

Sólo el 3 por ciento de los hijos de padres con ocupaciones agrícolas alcanzan el nivel ocupacional más alto. Hijos de padres con ocupaciones no manuales de alta calificación presentan una probabilidad diez veces mayor de lograrlo.

Adicionalmente, el texto encontró que el 47 por ciento de los hijos de padres con orígenes más desaventajados permanecen en esa posición, mientras que el 54 por ciento de los hijos de padres con recursos permanecen en una situación de holgura.

En las conclusiones, los autores proponen que una de las formas en las que podría incrementar la movilidad social es la adopción de políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades en todas las regiones del país.

“Existe una heterogeneidad importante en el peso de la desigualdad de oportunidad sobre la desigualdad económica. En las regiones sur y centro la desigualdad de oportunidad representa 45 o 46 % de la desigualdad económica. En cambio, en las regiones del norte, esta proporción se mueve alrededor del 30 %”, escriben los autores del estudio.

Las cosas no son tan fáciles, y tampoco basta con sólo querer salir adelante. Según el Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo (Coneval), en México existen 53.4 millones de pobres.

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