Bien dicen que “lo que te choca te checa”. Y más cuando se trata de tus hijos.
El hijo con el que más discutes, con el que tienes “choques”, con el que no puedes llevarte, es el que más se parece a ti. Eso que no te gusta es en realidad una proyección de ti misma.
Lo que te choca te checa
Ya lo hemos escuchado varias veces y la psicóloga española Martha Segrelles, quien tiene un blog que lleva su nombre, explicó a detalle qué es lo que sucede. ¿Por qué será que lo que tanto nos enoja de los hijos es lo que más nos asemeja a ellos?
De acuerdo con la especialista, los padres ven en los actos de sus hijos los tropiezos que ellos mismos cometieron en el pasado.
“Pensar que sus niños deberán superar las pruebas que ya vivieron los lleva a intentar rescatarlos de alguna manera, lo que genera el choque”, explicó una publicación de su autoría.
La experta añade que aquel hijo que te hace enfurecer, el que te reta constantemente, de manera inconsciente está siguiendo tus pasos.
“Muchos comportamientos de los hijos son heredados de forma inconsciente. Durante la infancia los niños observan la manera de proceder de los padres ante diversas circunstancias y ahí es donde adoptan maneras de hablar, reaccionar y comportarte. Incluso el carácter de los padres suele ser determinante en el desarrollo de los pequeños”.
El hijo con el que peleas es igualito a ti
Observa a tu hija o hijo con el que discutes más a menudo. Ahora piensa en cómo eras tú a esa edad. ¿Te hace sentido? Dice la experta que cuando recapitulamos las decisiones que hemos tomado en nuestra vida y cómo hemos actuado en algunas situaciones, muchos de nosotros desearíamos cambiar algunas cosas e intentamos tener ese segundo chance con nuestros hijos.
“Todo lo que te molesta de otros seres es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo”, asegura.
¿Qué hacer?
Aunque nos cueste aceptarlo debemos reconocer que nuestros hijos tienen derecho a cometer sus propios errores. Es su vida y tienen que experimentar sus propias situaciones para poder aprender.
Es válido dar consejos, es válido que les cuentes tu propia historia para que comprendan lo que has vivido, es válido que trates de guiarlos, pero llega un momento en que todo lo que les digas son solo sugerencias. Los hijos son libres y van a tomar, quieras o no, sus propias decisiones.
Para suavizar la relación que tienes con ese hijo, no intentes que él cambie, ya no está en tus manos, lo que sí puedes hacer es cambiar de actitud. ¿Cómo? La psicóloga da algunos tips:
- Resuelve tus propios conflicto emocionales, deja el pasado atrás, intenta identificar tus propias barreras y posibles prejuicios.
- Deja de gritar y reprochar para hacerte escuchar. En su lugar, trata de dar tres pasos atrás y mira las cosas con objetividad y empatía. Ponte en su lugar, si no puedes, pide a alguien neutro que te de su punto de vista.
- Antes de reprochar su actitud, que sin duda debe ser cuestionable, analiza tus propias reacciones. ¿Cómo es tu tono de voz? ¿Qué palabras son las que usas? Recuerda que lo que decimos puede herir más que los golpes.
- Intenta no darle tanta importancia a sus desplantes. Sobre todo en la adolescencia, las hormonas hacen que sus acciones sean exageradas y inestables. Tú eres la persona adulta, en ti debe estar la cordura. Si azota la puerta, si levanta la voz o hace una mueca, antes de que explote, respira y no caigas en la provocación.
- Si ambos están enojados es mejor que esperes a que se tranquilicen para seguir con la plática. De lo contrario, solo habrá gritos, no arreglarán nada.
- Controla tus propias emociones, así podrás transmitirle esa serenidad a tu hijo. Si tú le bajas tres rayitas, él hará lo mismo y ni se dará cuenta.
- Ese hijo con el que peleas es el que más pide tu ayuda. Mejora el vínculo con él, pasa tiempo a su lado, platica, crea buenos momentos y perdona.