Este medicamento tiene que importarse de Estados Unidos, por lo que hasta el momento el costo de cada botella es de seis mil pesos y un paciente llega a utilizar hasta tres frascos por mes
Hace poco, en México se legalizó el poder acceder a los productos con mariguana medicinal, tras una lucha legal de hace dos años.
Sin embargo, en Veracruz unos meses antes se implementó a través de un permiso oficial de la Cofepris para aplicar un tratamiento para pacientes con epilepsia refractaria, donde los medicamentos son insuficientes para evitar hasta 100 convulsiones al día, sobre todo en menores de edad.
“Empezaron a utilizar este derivado de la marihuana que se llama Cannabidiol, así se llama, entonces empezaron a notar que efectivamente estaba haciendo eficaz, entonces ya más científicamente con un producto se llevó a cabo en Estados Unidos que demostró más claramente este beneficio entonces al enterarnos nosotros ya hace más de un año de esta experiencia mundial es que empezamos a llevarlo a cabo con nuestros pacientes», comentó Norberto Luna, neurólogo pediatra.
Este medicamento tiene que importarse de Estados Unidos, por lo que hasta el momento el costo de cada botella es de seis mil pesos y un paciente llega a utilizar hasta tres frascos por mes.
“Es de un precio elevado, pacientes hay, pero a veces nos enfrentamos a que no pueden ser adquiridos por no contar con el recurso, pero también eso es importante, una vez que se legalice esto dará pie a que haya producción en México», agregó.
Hasta ahora, Monserrat, una pequeña de 13 años de edad, es una de las pocas pacientes que utilizan el tratamiento con el derivado de la mariguana desde hace dos meses.
Aunque su madre es soltera y de escasos recursos, ante la desesperación de ver a su niña desde los cuatro meses hasta con 60 convulsione al día, en extrema desnutrición y otras deficiencias en su salud, vendió su único patrimonio para poder comprar ese medicamento; trabaja todo el día para comprar otras medicinas y productos que necesita.
“Yo gano mil 200 semanales, todo es para los medicamentos, pañales, leche, la comida pues el patrón donde yo trabajo nos regala la comida, pero pues le trabajo con los ojos cerrados», detalló Monserrat Borralles, mamá de la pequeña de 13 años.
Todo este esfuerzo vale la pena, ya que su hija Monse dejó de convulsionar casi por completo, pero no es una lucha fácil.
“Bastante difícil porque no tengo dinero y yo quisiera que mi hija estuviera en mejor aspecto y no puede, me duele verla así, yo quiero otra cosa para mi niña, hasta donde Dios diga la voy a seguir apoyando», explicó Borralles.