En tan sólo cuatro meses, la epidemia del covid19 cambió el estilo de vida de los mexicanos y alteró incluso la forma de obtener consuelo espiritual de manera presencial en los recintos religiosos.
De cara a esa nueva normalidad es que después de más de 120 días de no recibir fieles en sus templos, la Arquidiócesis Primada de México, así como los principales recintos religiosos del país, como la Basílica de Guadalupe y la Catedral Metropolitana, adecuaron sus espacios para proteger a los fieles y los ministros de culto para estar en posibilidad de recibir al público en sus instalaciones a partir del 20 de julio, a un 30% de su capacidad.
El operativo de sanitización de los templos se hizo durante la última semana y bajo la supervisión del gobierno de la Ciudad de México e incluyó, en el caso de los sacerdotes y sus más cercanos colaboradores, pruebas médicas para descartar posibles contagios y la desinfección de templos como el de San Hipólito.
A partir de la reapertura al culto religioso público, la nueva normalidad obliga a cumplir a creyentes y a religiosos con protocolos de rigurosa higiene para poder estar presentes en una ceremonia litúrgica llámese boda, primera comunión, acción de gracias o incluso la imposición de los santos óleos a los enfermos o llevar a cabo una confesión.
Por ejemplo, en el bautismo el sacerdote no podrá tocar al bebé, sino que deberá ungirlo con un algodón o un hisopo; si se trata de una confesión, la misma se llevará a cabo en un lugar ventilado y con cubrebocas por parte del sacerdote y fiel, además de que entre ambos deberá mediar un metro y medio de distancia.
En el caso de la unción de los enfermos con tan sólo tocar la frente de la persona bastará para que el rito cuente y en el caso de una boda, se recomendará a los novios no tomarse de las manos, así como tampoco intercambiar los anillos y las arras e incluso, podrá omitirse la parte de la colocación del lazo.
Si acude a misa, la hostia se dará en la mano y la limosna al final. Al acudir a la celebración eucarística, se debe hacer con tiempo ya que al iniciar la misa, no se permitirá ingresar a más gente.
Además, personal capacitado tomará indicará el lugar de sanitización del calzado, tomará la temperatura corporal y proporcionará gel antibacterial.
Posteriormente, la señalización del templo indicará a los asistentes el lugar seguro donde sentarse.
Se debe recordar que el saludo de la paz sigue suspendido y la colecta se hará al final de la misa.
Al llegar el momento de la comunión, los sacerdotes y ministros deben usar cubrebocas, sanitizarse las manos antes y después del acto y los creyentes deberán guardar una distancia de metro y medio en la fila y recibir la hostia en la mano.
Población de riesgo Tanto la Arquidiócesis Primada de México como la Conferencia del Episcopado mexicanos (CEM) recomiendan que las personas en población de riesgo deberán evitar acudir a los templos y seguir la transmisión de las misas desde sus hogares por las plataformas digitales o la televisión.
Tampoco se permiten los hojas de papel para seguir la misa y para evitar aglomeraciones, los sacerdotes podrán llevar a cabo hasta tres misas al día, las cuales no deben ser mayores —cada una— a los 45 minutos.