Cristiane Serejo, subdirectora de la histórica edificación, reconoció que no había un seguro de protección sobre el patrimonio que resguardaba el Museo Nacional de Río en Brasil y tampoco un plan de emergencia para combatir el fuego.
El Museo Nacional de Río de Janeiro, el más antiguo y de mayor acervo de Brasil pero que fue destruido por un incendio el domingo, carecía de seguro sobre su patrimonio y tampoco contaba con una brigada de bomberos para combatir posibles focos de fuego.
La falta de un seguro y de una brigada de incendios fue admitida hoy por la subdirectora del museo, Cristiane Serejo, y se agrega a las otras carencias denunciadas y que han provocado indignación entre los brasileños, como el recorte de los fondos públicos para su manutención y los problemas de infraestructura de la edificación, como goteras e infiltraciones.
Serejo aseguró que la contratación de un seguro y la creación de un grupo de funcionarios habilitados para combatir incendios habían sido descartadas por la institución, por tratarse de costos adicionales que no podrían ser cubiertos.
La histórica edificación, inaugurada hace 200 años y que sirvió inicialmente como palacio imperial de Brasil, operaba sin la respectiva licencia del Cuerpo de Bomberos.
Según los balances preliminares, el incendio del domingo destruyó en pocas horas cerca del 90 % de un acervo constituido por unas 20 millones de piezas y documentos y que hacían del Museo Nacional el mayor de su tipo en América Latina.
Pese a haber reducido durante años los recursos destinados al Museo, el Gobierno anunció en los dos últimos días la liberación de fondos de emergencia para iniciar la inmediata reconstrucción de la edificación y la adquisición de un acervo nuevo. Igualmente inició una campaña para buscar financiación del sector privado y ayuda de otros países para revivir el museo.
«Hemos recibido varias ofertas de donación, incluso de algunas instituciones extranjeras. Vamos a hacer una campaña para recibir ese material y poder levantar el Museo Nacional con nuevas colecciones», afirmó su subdirectora.
Pese a que la edificación principal fue intervenida por la Defensa Civil ante el riesgo de que algunas paredes se desplomen, los empleados de la institución han conseguido rescatar algunas piezas y objetos en medio de los escombros.
Entre los objetos rescatados destacan piezas de cerámica, la colección de meteoritos, un retrato del Mariscal Cándido Rondon, así como un cráneo humano, que se espera que sea el de Luzia, uno de los tesoros del Museo y que era considerado como los restos humanos más antiguos de Sudamérica por tener cerca de 12.000 años. Además sobrevivió el material que estaba almacenado en las edificaciones vecinas.
«Lo que estaba en las sedes anexas quedó intacto, incluyendo las colecciones de invertebrados, una de las colecciones de insectos, el herbario y unas 500.000 obras de la biblioteca central. También se salvó alguna cosa de geología y de paleontología», dijo Serejo.
El Departamento de Vertebrados, también preservado, cuenta con cerca de 460.000 objetos, como ejemplares disecados de mamíferos, peces y aves, entre otros. En un comunicado divulgado este martes, el Museo Nacional lamentó aún no poder cuantificar las pérdidas.
«Sabemos que los daños fueron inmensos, pero creemos que aún es prematuro hacer un balance o diagnóstico. Es importante recordar que el Cuerpo de Bomberos aún actúa en la edificación y la Policía Federal realiza una investigación», asegura la nota.
Entre las mayores pérdidas destaca un conjunto de momias egipcias comprado por el emperador Pedro I, una de las mayores colección de fósiles de dinosaurios de América Latina y una colección de arte grecorromana traída a Brasil por la emperatriz Teresa Cristina. La fachada de la histórica edificación y las paredes externas también permanecieron intactas.
El museo, construido por decisión del rey Juan VI de Portugal e inaugurado el 6 de junio de 1818, fue el escenario escogido por la princesa Leopoldina, mujer del emperador Pedro I, para firmar la declaración de independencia de Brasil en 1822 y también acogió la primera Asamblea Constituyente tras el fin del imperio.