El cantante español Miguel Bosé acaba de sumarse a la lista de protagonistas de uno de los exclusivos conciertos acústicos de la cadena MTV con un recital grabado en Ciudad de México, en el que, en un momento determinado, arremete contra quienes promueven el conflicto, las guerras y las fronteras.
No quiero ni imaginar que las elecciones en EU las gane Donald Trump. Va más allá de mi parcela de ciencia ficción. El mundo entero corre serio peligro si sucede, porque es un demente, un loco, un paranoico, un ególatra y un Calígula”, dijo el músico, al ser cuestionado a ese respecto.
Lo dice solo unos días después de la salida a la calle de esta, su última producción discográfica, sucesora de Amo (2014), y solo unos días antes de participar en un acto en San Diego (EU) junto a otros artistas como Juanes o Julieta Venegas “en apoyo del voto latino”.
“Latinoamérica es un continente que está muy profundamente arraigado en mi corazón. Les debo mucho a todos los países. Como español no llega uno a conocerse del todo hasta que no conoce Latinoamérica y se empapa de ella”, afirma.
Este español que nació y reside desde hace años en Panamá (y que posee además la nacionalidad colombiana) hace gala de ese espíritu de hermanamiento y emponderamiento iberoamericano en MTV Unplugged Bosé (Warner Music), repleto de colaboraciones con artistas de uno y otro lado del Atlántico.
A sus 60 años, Bosé afronta con este álbum un reto largamente postergado. Fue en 1993, tras grabar Bajo el signo de Caín, cuando recibió una primera oferta de la cadena para grabarlo, invitación que declinó durante todos estos años en los que se hizo “un poco el loco”.
No sabía cómo podría traducir mi producción, tan informática, a un mundo acústico; tenía miedo a perder identidad y de que mucha magia se trastocara”, reconoce Bosé, que esta vez ha encontrado “el equipo perfecto para hacerlo”.
Junto a ellos y una exuberante banda de 21 músicos afronta cambios “en estructuras, tonalidades, arreglos y forma de cantar” en 16 temas, grandes éxitos la mayoría, que abarcan toda su discografía, de 1977 a 2014, y que han convertido por ejemplo Amante bandido en un calipso inspirado por Karma Chameleon de Culture Club.
Otra gran metamorfosis, huyendo de las versiones previas de Papito (2007) y Papitwo (2012), se da en Como un lobo, llevado al ámbito del “chill out”, aprovechando la sensualidad del dueto con la mexicana Sasha Sokol.
Sus invitados, dice, son “los que -libres de compromisos- pudieron estar” y los que ante “la situación tan íntima” que planteaba el formato del concierto, “más cercanos podría resultar”.
“Algunos vinieron con una canción debajo del brazo”, cuenta, como Juanes, que pidió para sí Amiga, con la que descubrió a Bosé en la radio, muy al comienzo de su carrera (de hecho, aquel fue su segundo éxito después de Linda).
En la lista de colaboraciones estelares destaca también la del español Pablo Alborán (No hay ni un corazón que valga la pena).
“Pablo tiene frescura en todo lo que hace y en su voz. Eso es muy raro encontrarlo y se da una vez cada 10 años. Y además tiene el efecto Alborán: donde entra, se crea la magia”, destaca.
Ahí están también el colombiano Fonseca, con el que grabó el primer sencillo, Bambú, así como los mexicanos Benny Ibarra (Solo sí), Natalia Lafourcade (Gulliver) y los músicos de Maná, Álex González y Sergio Vallín (Nata particular).
“Tengo una deuda enorme con México que nunca podré devolver, porque han estado en la buenas, pero también en las malas y en las muy malas”, dice sobre la notable presencia de artistas de aquel país, incluidos Ximena Sariñana (La chula) y Marco Antonio Solís (Olvídame tú).