Un estudio reciente demostró que las plantas son capaces de generar sus propios recuerdos, pero no sólo eso, también son capaces de olvidar
En ocasiones concebimos a las especies vegetales como seres estáticos y poco dinámicos. Sin embargo, son seres más evolucionados de lo que pensamos y tienen la capacidad de llevar a cabo procesos muy complejos. De acuerdo con un estudio reciente, las plantas son capaces de generar sus propios recuerdos, pero no sólo eso, también son capaces de olvidar.
A pesar de que no cuentan con un sistema nervioso, las plantas son capaces de almacenar recuerdos en su ADN. Los investigadores aún se encuentran analizando cómo funciona este proceso, pero ya han concluido que las plantas no sólo forman recuerdos, sino que además, pueden transmitir sus recuerdos a su descendencia.
La memoria es un factor vital para la adaptación de las plantas a su medio ambiente, y éstas lo utilizan a su favor para su sobrevivencia y la preservación de su especie; por ejemplo, si una planta experimenta condiciones de sequía, que pueden limitar su crecimiento en los años siguientes, ésta deberá recordar un año más tarde las condiciones del año anterior, para desarrollar las capacidades que le permitan adaptarse a este clima.
Así mismo, también deben olvidar si el año anterior hubo sequía y prepararse para adaptarse a los cambios climáticos y favorecer su crecimiento; por ejemplo si una semilla de planta nace con la memoria de la sequía, pero el viento la transporta a un lugar diferente, donde la sequía es menos común, entonces deberá olvidar esta memoria heredada.
Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Australia, Canberra, determinó cómo funciona el proceso de generación de recuerdos en las plantas. De acuerdo con los investigadores, para que una planta genere una memoria, crea una proteína que afecta su ADN.
También existe evidencia de que las plantas tienen la capacidad de formar memorias que van más allá de este proceso genético. Por ejemplo, las plantas pueden formar recuerdos a corto plazo que no se transcriben en el ADN. Hasta el momento no está claro cómo funciona este proceso, pero se investigarán a futuro.
Esta investigación obligaría a los científicos a replantearse la idea de que la memoria es estrictamente un evento neuronal.