La mitad de pacientes de covid sufre daño a salud mental

La pandemia de covid-19 golpeó la salud mental de la mitad de las personas, según un estudio realizado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en siete países.

De acuerdo con el reporte difundido ayer, 73% de las personas que respondieron la encuesta del CICR opinó que los trabajadores de la salud en la primera línea y los equipos de respuesta tienen más necesidades de apoyo en salud mental que el promedio de las personas, pues suelen estar expuestos al virus de manera directa, trabajan muchas horas seguidas, atraviesan acontecimientos traumáticos y son objeto de estigmatización.

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Al respecto, Cristina Mendoza, coordinadora de Salud Mental de la Delegación Regional del CICR para México y América Central, destacó que el impacto generado por la pandemia en la salud mental de las personas es más notorio en los grupos más vulnerables.

“La víctimas de violencia, por ejemplo, son aún más vulnerables. No todas las personas tienen la posibilidad de resguardo seguro para poder resistir un confinamiento o cumplir con las recomendaciones para mantener una sana distancia, ni hablar del acceso a la salud.

Muchas de estas personas han vivido episodios traumáticos, y la pandemia podría exacerbar su situación emocional”, expuso.

En el informe La mayor necesidad era ser escuchado: La importancia de la salud mental y el apoyo psicosocial durante covid-19, realizado en Colombia, Líbano, Filipinas, Sudáfrica, Suiza, Ucrania y Reino Unido, la CICR pone de relieve la carga adicional de estrés y sufrimiento que supone la pandemia para comunidades en todo el mundo.

Advierte que a raíz del brote del nuevo coronavirus, se agravan enfermedades mentales ya existentes, surgen otras nuevas y se ve limitado aún más el acceso a servicios de salud mental.

Ante ello plantea un financiamiento urgente y más elevado para salud mental y apoyo sicosocial en las respuestas humanitarias.

“La doble vulnerabilidad de estos grupos (migrantes, personas desplazadas por la violencia, privadas de la libertad y víctimas de violencia, familiares de desaparecidos) radica en que, en su mayoría, no tiene cubiertas sus necesidades más básicas y han vivido en contextos sumamente violentos, lo que posiblemente les genera consecuencias específicas en la salud mental”, explicó Cristina Mendoza.

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