Dos menores de edad sufrieron violaciones masivas, por lo que organizaciones sociales denunciaron la irresponsabilidad del Estado
La violación masiva de dos niñas en Argentina provocó la indignación de ciudadanos y organizaciones sociales que denunciaron la irresponsabilidad del Estado y la supervivencia de la violencia machista en el país.
Juana, una niña de 12 años que pertenece a la comunidad indígena wichi, ubicada en la provincia de Salta, fue violada a fines del año pasado por un grupo de, por lo menos, siete varones.
La niña, quien padece retraso madurativo, quedó embarazada como producto del abuso, pero las autoridades no le informaron en ningún momento a su familia que tenía derecho a un aborto legal, por lo que la gestación avanzó hasta los seis meses.
Finalmente, Juana fue sometida a una cesárea la semana pasada, después de que los médicos confirmaran que se trataba de un caso de gestación de un feto anencefálico que no sobrevivió.
Aunque los agresores fueron identificados, sólo tres están detenidos y el resto permanecen en libertad, además de que la Comisión de Derechos Humanos de Salta concluyó que durante la investigación del caso todas las instancias del Estado cometieron múltiples irregularidades.
La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito realizó este lunes una protesta frente a la casa de Salta en Buenos Aires, en donde denunció que ante la desatención de las autoridades, Juana enfrentó una gestación de alto riesgo para su salud física y mental.
El otro caso que conmociona es el de Magalí, una niña de 13 años que despertó de un coma que sufrió al ser atropellada al salir de una fiesta en la localidad de Tandil, en la provincia de Buenos Aires.
“Me violaron todos”, fue lo primero que gritó la niña al despertar en la habitación de terapia intensiva en donde deberá permanecer producto de las lesiones que sufrió al salir de una fiesta en la que había un centenar de personas.
Una de las líneas de la investigación apunta a que Magalí fue atropellada por sus propios agresores para que no pudiera contar que había sido violada.
El abogado de la familia, Maximiliano Orsini, contó que “la nena despertó nuevamente y gritaba, se sacó la sonda en el medio de una crisis de nervios y los médicos la sedaron”.
Una de las tías de la menor contó, por su parte, que “está mal desde el día uno, tiene muchas heridas, marcas, tiene la vagina destruida, no pudo sólo una persona hacer eso, hasta en una oreja está quemada por un cigarrillo”.