A pesar de la llegada al poder de Donald Trump, aumenta la tensión entre Rusia y Estados Unidos, expertos analizan las diferencias y similitudes entre ambos periodos
El último mandatario soviético, Mijaíl Gorbachov, que repetidamente ha alertado sobre una posible nueva Guerra Fría volvió a declarar: “El lenguaje de los políticos y el personal militar de alto rango es cada vez más militante. Las doctrinas militares se formulan cada vez con más dureza. (…) Todos los indicadores de la Guerra Fría están ahí”.
El analista Fiódor Lukiánov escribió que la posibilidad de una segunda Guerra Fría se ha convertido en el cuento del pastor y el lobo. Sin embargo, recientemente ha cambiado el tono: “Esta vez el antiguo presidente de la URSS está en lo cierto”.
El ruido entre Rusia y Estados Unidos es cada vez menos comedido y los líderes de ambos países hablan cada vez más de la pérdida de confianza. Aunque los expertos apuntan a inquietantes paralelismos con la Guerra Fría, muchos creen erróneamente que la situación entre Washington y Moscú es más inestable que durante la Guerra Fría.
¿Guerra Fría 2.0?
Actualmente la escalada de tensión geopolítica alienta conflictos locales en todo el mudo, de manera similar a lo que ocurría en la Guerra Fría. La situación en Siria y Ucrania son ejemplos actuales de ello.
Pero, aunque aumente la situación de desconfianza Rusia y Estados Unidos la ausencia de una confrontación ideológica hace que los expertos no hablen seriamente sobre la vuelta de la Guerra Fría.
“La gran diferencia es que entonces los dos mundos estaban muy aislados entre sí, mientras que ahora […] han interiorizado, en muchos sentidos, la misma visión del mundo”, declara Mark Galeotti, investigador en el Instituto de Relaciones Internacionales de Praga.
A pesar de que hay señales que se interpretan prematuramente como augurios de una nueva Guerra Fría, el estado actual de la situación no es como lo era en la segunda mitad del siglo XX.
Las únicas diferencias no son la visión del mundo compartida y la ausencia de una lucha ideológica. “Ambos países son todavía las mayores potencias nucleares del mundo, pero la fuerza militar ha ido perdiendo importancia en las últimas tres décadas”, explica Borís Stremlin, profesor de Relaciones Internacionales y experto en la historia de la Guerra Fría.
El nivel de poder duro de las dos partes ya no es conmensurable. Además, y esto es más importante, en el sistema internacional actual hay más actores que no pueden ser disciplinados de manera eficaz por ninguna de las partes”, declara Stremlin.
En otras palabras, Rusia y Estados Unidos son incapaces de resolver problemas internacionales sin involucrar a otros países con influencia regional y global. La era en la que se tomaban decisiones cara a cara entre los dos se evaporó con la caída de la URSS. Actualmente para hacer una gestión de crisis exitosa hay que incluir a todas las partes implicadas. Esta situación genera muchos riesgos y es muy impredecible, de modo que, inconscientemente, se recurre a un escenario más estable, como de Guerra Fría, para encontrar un punto de referencia, afirman los expertos.
Vuelta al futuro
La ironía es que, aunque Occidente vuelva a los estereotipos que retratan a Rusia como una amenaza, el concepto de Guerra Fría sirve como remedio para encontrar puntos de referencia en un mundo que es mucho más complicado, fluido y difícil de comprender”, declara Antón Fedyashun, director del Instituto Carmel de Cultura e Historia Rusas en la American University de Washington D.C.
En el mundo actual, en el que la amenaza terrorista está siempre presente, “parece que la bipolaridad de la Guerra Fría fue un periodo de relativa estabilidad. Había un enemigo identificado y al que se podía acceder mediante la diplomacia. Los conflictos actuales son mucho más abiertos”, dice Fedyashin.
A pesar de la agresiva retórica de la Guerra Fría, Estados Unidos y la URSS “estaban básicamente de acuerdo sobre cómo gestionar el mundo. Hoy en día la causa principal sobre la vuelta del conflicto es que nadie tiene claro cómo puede ser la gestión del mundo y eso lleva a que haya tensiones”, continúa Stremlin.
Una de las preguntas más acuciantes y que nos remite a la Guerra Fría, a pesar de las diferencias, es si los líderes internacionales necesitarán el equivalente a una Crisis de los Misiles de Cuba – como se cuestiona Fiódor Lukiánov – para poder comenzar a construir un nuevo sistema para la gestión de las crisis internacionales y quizá de colaboración global.
Aunque mientras los académicos hablan de la necesidad de cooperar, parece que los políticos continúan inmersos en la Guerra Fría 2.0.