Residentes de playas de Tijuana partieron rumbo al faro, donde acampan migrantes centroamericanos, para enfrentarlos y exigirles que desalojen la zona.
Se vivieron momentos de tensión y violencia, debido a que la comunidad de playas encaró a los migrantes y les dijeron que no los querían ahí y que deberían regresar a su lugar de origen.
Argumentaron que representan un riesgo para su comunidad, así como para la seguridad y el empleo en Tijuana.
“Lárguense de aquí, no los queremos. Queremos que se regresen a su país, no son bienvenidos», gritaban los inconformes a metros del muro fronterizo, donde los migrantes instalaron un campamento. La protesta se prolongó hasta la madrugada del jueves.
El grupo de inconformes criticó que el Gobierno proporcione apoyo a extranjeros mientras los locales también se ven obligados a huir de la violencia y pobreza en su propio país. También pidieron una mejora de la seguridad.
“Nosotros no somos delincuentes. Por qué aquí nos atienden así, si en todo lo que hemos recorrido en México nos trataron bien. Piensen en los niños que están aquí, por favor», decían algunos hondureños durante la confrontación, en la que por momentos incluso se arrojaron piedras mutuamente.
Autoridades locales dijeron que tenían registro de 810 migrantes centroamericanos en la ciudad, mayormente hondureños. El jueves temprano otra cantidad similar llegó en al menos 22 autobuses.
Muchos de los migrantes, incluso los que viajan acompañados de niños pequeños, duermen en las calles. Otros han saturado las casas de migrantes, poniendo en aprietos la logística de quienes les brindan ayuda.
En las redes sociales también aparecieron mensajes de rechazo. En un grupo de WhatsApp denominado «Bloqueo Ciudadano», unas 250 personas compartían constantemente críticas a los migrantes e incluso pedían impedir la llegada de nuevos integrantes del movimiento.
CANADÁ, OTRA OPCIÓN
El gobierno de Tijuana dijo el miércoles por la tarde que habilitaría un espacio para recibir a 360 personas. Sin embargo, la misma autoridad indicó que sería insuficiente para los más de 2,000 centroamericanos que se espera lleguen esta semana.
Mientras algunos migrantes aceptaban el nuevo refugio, otros prefirieron seguir en la calle, con el argumento de que prefieren un sitio donde moverse libremente.
“Buscaremos un lugar donde el gobierno no quiera tratarnos como si fuera una cárcel», dijo Irineo Mujica, representante de la organización Pueblo sin Fronteras, que ha estado al frente de la caravana.
Mujica dijo que se espera el arribo de entre 2,000 y 3,000 migrantes o más, y que inicialmente buscarían asilo en Estados Unidos, aunque también están considerando otras alternativas como Canadá.
“Buscamos soluciones, no confrontaciones», agregó mientras un helicóptero de la patrulla fronteriza de Estados Unidos vigilaba la frontera entre ambos países.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suspendió la semana pasada el otorgamiento de asilo a migrantes que crucen la frontera con México ilegalmente.