Dos de los tres testigos de las apariciones de la Virgen María fueron elevados a los altares de la Iglesia
Cien años después de que aseguraran haber visto a la Virgen María, los pequeños hermanos pastores Francisco y Jacinta fueron canonizados por el papa Francisco en el Santuario de la Virgen de Fátima, ante medio millón de emocionados fieles.
“Declaramos y definimos como santos a los beatos Francisco Marto y Jacinta Marto”, anunció el papa Francisco en la misa de canonización frente a la Basílica de Nuestra Señora de Fátima, cuya gigante explanada estuvo abarrotada de peregrinos.
En el santuario, bajo fuertes medidas de seguridad, se reunieron unos “500 mil fieles”, según el Vaticano, por debajo de las estimaciones iniciales que preveían entre 800 mil y un millón de visitantes.
Los pequeños pastores, humildes e iletrados, murieron de gripe española a los diez y nueve años, respectivamente, algunos años después de haber visto junto a una prima en 1917 seis apariciones de la Madre de Jesús. Ambos, enterrados en la Basílica de Fátima, se convirtieron en los santos más jóvenes de la Iglesia católica que no perecieron en martirio.
“Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a San Francisco Marto y a Santa Jacinta”, que con su fe en la Virgen “recibieron la fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos”, declaró el Papa en la homilía.
“Fátima es sobre todo este manto de luz que nos cubre, tanto aquí como en cualquier otra parte de la Tierra”, abundó Jorge Mario Bergoglio, de profunda devoción
mariana.
En la homilía de una gran misa al aire libre, Francisco oró para que la Virgen proteja a los miembros más vulnerables de la sociedad “especialmente a los enfermos y a los discapacitados, a los presos y desempleados, a los pobres y a los abandonados”.
Dos inmensos tapices hechos sobre la base de las fotografías centenarias de los niños vestidos con los trajes campesinos tradicionales de la época colgaban de la iglesia del santuario, el que cada año vistan cerca de siete millones de personas.