Cámara de Diputados argentina aprueba la legalización del aborto

El Senado tiene ahora en sus manos convertirlo en ley

El aborto legal ganó ayer en la Cámara de Diputados y en las calles. En una votación muy reñida, que se prolongó durante 23 horas, los legisladores aprobaron el proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo por 129 votos a favor y 125 en contra. Fuera, a un lado de la plaza, miles de mujeres estallaron en aplausos y lágrimas. En el otro, se retiraron cabizbajos. El Senado tiene ahora en sus manos convertirlo en ley. Parecía que iba a estrellarse ahí, pero es imprevisible la fuerza de la gran ola feminista que está abriendo Argentina a la modernidad. Fue una jornada histórica.

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El machismo está en retroceso, el matrimonio homosexual se ha normalizado y el aborto libre parece hoy posible en el país del papa Francisco. Los jefes de los dos bloques mayoritarios en la Cámara Baja anticiparon que se aprobará. «Habrá un efecto imparable y la ley va a salir del Senado», declaró el peronista Miguel Pichetto al diario Clarín. «El Senado tiene que hacerse cargo de la demanda ciudadana y legislar realidades», coincidió el radical Luis Naidenoff. En Argentina todo cambia con rapidez y la presión de la Iglesia católica y de los gobernadores de las conservadoras provincias del norte puede frustrar ese horizonte.

En Diputados fue una sesión de infarto. Los números bailaron durante toda la jornada. Dos horas antes de la votación, los partidarios del Sí lo consideraban perdido. Al final, la balanza se inclinó por el cambio de voto de última hora de unos pocos legisladores. La fractura de la sociedad argentina sobre el aborto se repitió en el interior del hemiciclo y de los partidos políticos. Todos los bloques votaron divididos, con excepción de la izquierda, con una postura unánime a favor de la interrupción voluntaria del embarazo. En la actualidad, el aborto es ilegal, excepto en casos de violación y de riesgo para la salud de la madre. Las mujeres que interrumpen su embarazo se enfrentan a penas de cárcel de entre uno y cuatro años. El proyecto prevé que el aborto sea libre hasta la semana 14 y sin plazo para los demás supuestos, entre los que se incluye también la malformación fetal.

En un gesto inédito, Fernando Iglesias, un diputado de Cambiemos conocido por su defensa de políticas económicas ultraliberales, fue aplaudido por gran parte del kirchnerismo. «Somos Cambiemos», dijo Iglesias, «vinimos a cambiar, no a consagrar el status quo». Con un mapamundi en la mano, el legislador invitó a sus colegas a pensar en el país al que les gustaría que se parezca Argentina: «En Norteamérica, Asia, Europa, Australia, el aborto es legal o si queremos que se parezca a las partes rojas del planisferio, Latinoamérica y Africa. Son los únicos continentes que prohíben el aborto, donde la desigualdad y la violencia son mayores», apuntó.

En Argentina casi 50.000 mujeres son internadas cada año por complicaciones derivadas de abortos y medio centenar muere. «No es una cuestión de fe, es un tema de salud pública», repitieron numerosos oradores que abogan por la legalización.

La coalición gubernamental fue la que vivió las mayores tensiones internas. El emotivo discurso de cierre de la legisladora Silvia Lospennato arrancó lágrimas a las jóvenes con pañuelos verdes que lo seguían desde una pantalla gigante. Fue criticada en cambio Estela Regidor. «¿Qué pasa cuando nuestra perrita se nos queda embarazada? No le llevamos al veterinario a que aborte. Salimos a ver a quién le regalamos los perritos. Las peores fieras quieren a sus crías. ¿Qué nos pasa a los seres humanos que tenemos esa maldita razón que nos tapa el corazón?», preguntó a los presentes la legisladora radical.

Elisa Carrió, socia de Gobierno de Macri, fue una de las pocas que rechazaron hablar antes de emitir su voto. Se refugió en una capilla a rezar y desde allí tuiteó: «No es necesario hablar, solo la oración que es la debilidad de Dios y el poder de los hombres». Carrió, una de las artífices de la coalición conservadora, amenazó con la ruptura tras aprobarse el proyecto de ley. «Que le quede claro a todo Cambiemos, la próxima rompo», gritó la legisladora antes de irse sin dar declaraciones.

A las seis de la mañana, con el marcador igualado, el kirchnerista Axel Kicillof recordó que los anteriores presidentes que abrieron debates trascendentales, como el de la legalización del divorcio y el matrimonio homosexual, se involucraron en ellos. Mauricio Macri habilitó el debate en medio de una gran presión social, pero es contrario a la despenalización y se ha mantenido al margen. Ha anticipado sí que respetará el resultado y no habrá veto presidencial.

La votación hizo saltar por los aires toda la emoción vivida durante 20 horas. En la calle se gritó como un gol de Messi. Hubo saltos, abrazos y lágrimas. «Aborto legal en el hospital», gritaba al unísono la marea verde, formada por miles de mujeres. «Abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer, arriba el feminismo, que va a vencer, que va a vencer», cantaban las jóvenes que no lloraban.

La Conferencia episcopal argentina reaccionó con rapidez para expresar su disconformidad. «#ValeTodaVida» tituló el comunicado en el que reclama diálogo y «soluciones nuevas y creativas para que ninguna mujer tenga que recurrir a un aborto». «Nos duele como argentinos esta decisión», escribieron los obispos argentinos. «Que María de Luján, que conoció la incertidumbre de un embarazo inesperado, interceda por el Pueblo argentino, especialmente por todas las mujeres que esperan un hijo y por todos los niños y niñas que están en el vientre de su madre», se despidieron.

«Tenemos media sanción. La lucha continúa para que sea ley en el Senado», advirtió a los medios a la salida del Congreso la diputada del Frente de Izquierda Romina del Pla. Legisladores de las provincias del norte habían anticipado que votarían en contra, pero algunos se han echado atrás. Hay una enorme expectativa por saber qué votará la senadora Cristina Fernández de Kirchner. Durante sus ocho años como presidenta se opuso, pero no se sabe si su hija feminista y la marea verde la harán cambiar de opinión. «Será ley, será ley», coreaban ayer las adolescentes con la mirada puesta ya en la decisiva Cámara Baja.

 

 

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