La confirmación de Bad Bunny como artista principal del espectáculo de medio tiempo del Super Bowl LX en 2026 ha generado una intensa controversia en Estados Unidos. Una petición en línea publicada en Change.org, que solicita reemplazar al cantante puertorriqueño por el ícono del country George Strait, ha superado las 50 mil firmas, evidenciando un choque entre quienes defienden la diversidad cultural y quienes apelan a la “tradición estadounidense”.
Los firmantes argumentan que Bad Bunny “no representa los valores familiares ni la cultura del país”, mientras que los seguidores de Strait lo consideran un símbolo de identidad nacional. En contraste, admiradores del artista boricua celebran su elección como un reconocimiento a la comunidad latina y a una generación multicultural.
Benito Martínez Ocasio, nombre real del cantante, ha sido el artista más reproducido en Spotify durante cuatro años consecutivos y ha llenado estadios en América, Europa y Estados Unidos. Su estilo irreverente y su fusión de géneros lo han convertido en un referente global.
La NFL no ha emitido comentarios oficiales, pero fuentes cercanas aseguran que la participación de Bad Bunny sigue en pie, como parte de una estrategia para conectar con audiencias jóvenes y latinas. La polémica ha escalado incluso al ámbito político, con declaraciones como la de la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, quien insinuó desplegar agentes migratorios durante el evento, generando críticas por parte de activistas y defensores de derechos civiles.
Este debate ha puesto en evidencia las tensiones culturales que atraviesan a la sociedad estadounidense. Para muchos, el Super Bowl es más que un evento deportivo: es un espejo de las identidades que conviven —y a veces chocan— en el país.