Así las cosas después de la primera concentración de Martino con el Tri

Hubo una frase de Gerardo «Tata» Martino que marcó la pauta de su primera concentración con México.

“Mi obligación como director técnico de México es hacer respetar a la selección nacional.”

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Martino lo dijo antes de la victoria por 3-1 sobre Chile el viernes pasado en San Diego y la frase se extendió hasta la victoria por 4-2 contra Paraguay en el estadio de Levi’s el martes.

De hecho, parece que podría ser el mantra primordial del ciclo de Martino para Qatar 2022. Y se refiere tanto en la cancha como fuera de ella.

Fuera del campo, Martino ha ido estableciendo reglas a través de los líderes del equipo, desde que llegaron hace ochos días al Elite Athlete Training Center en Chula Vista, al sur de San Diego. La idea es que todos sepan cuáles son los límites desde el primer día.

“Le gusta que seamos disciplinados y creo que eso nos ayudará a hacer las cosas bien,” dijo Roberto Alvarado el martes después del partido contra Paraguay.

Los jugadores y el cuerpo técnico comen y viajan por separado del resto del personal de la FMF, a diferencia de la era más incluyente de Juan Carlos Osorio. Y ningún jugador abandonó la concentración temprano para regresar a Europa y prepararse para los partidos del club, como a veces lo hacían con Osorio y el entrenador interino Ricardo Ferretti.

El mensaje lo han sentido los jugadores, los trabajadores de FMF y los medios de comunicación, aunque no debe interpretarse como si Martino fuera algún tipo de dictador. No es propenso a perder los estribos y desechar sus declaraciones; además, después de considerar una petición, permitió que Javier Hernández abandonara el campamento en San Diego para casarse.

“Acá no hay mano dura, ni de hierro, ni como lo quieran llamar, hay una cuestión que es de ABC, de convivencia, de buenas costumbres, nada más que eso,” dijo Martino.

Pero si hay problemas que deben abordarse, Martino los abordará, su experiencia en el trato con grandes instituciones como Barcelona y la selección argentina indica que no tiene miedo de declarar lo que piensa.

Eso quedó claro en la forma en que Martino atacó a Porto y a Jesús «Tecatito» Corona por la ausencia del extremo en la concentración, debido a la lesión en el tobillo izquierdo. Las declaraciones de Martino fueron audaces e incluso de confrontación.

Sin embargo, el mensaje no fue solo para Corona, sino para todos los jugadores mexicanos, clubes y aficionados.

“Mi obligación como director técnico de México es hacer respetar a la selección nacional.”

Los promotores de los partidos tampoco se pasaron desapercibidos por Martino. El campo de juego en San Diego no fue tan malo como lo sugirieron algunos informes exagerados, pero Martino tuvo razón al señalar que una selección nacional que atrajo casi 100,000 aficionados entre los dos amistosos en los Estados Unidos merece algo mejor. La realidad de poner césped en los estadios de fútbol americano lo hace difícil, pero Martino no quiere conformarse con nada menos que lo mejor.

En cuanto a los medios de comunicación, no se ha sentido que disminuya la tensión. El ambiente realmente empeoró antes del Mundial cuando los jugadores fueron fotografiados de fiesta un día antes de irse a Dinamarca.

La imagen del veterano Guardado dejando que hablara Diego Lainez cuando llegó a San Diego marcó la pauta.

Hay una falta de empatía entre los jugadores y la prensa mexicana en este momento y es un elemento de la concentración que no ha cambiado bajo Martino, a quien se pudo ver abrazar y tomar fotos con periodistas paraguayos después de su conferencia de prensa antes del juego del martes.

En cuanto al aspecto deportivo, las sesiones dobles de Martino a principios de la semana han contrastado con el enfoque más científico de Osorio. Nuevamente, el mensaje es que los jugadores vienen a trabajar y que todos deben estar enfocados.

Martino empleó un 4-3-3 en los partidos contra Chile y Paraguay. La idea es inculcar el sistema y las demandas de las posiciones en los jugadores, para que lo entiendan y conozcan sus roles, antes de cambiar potencialmente a otros planteamientos.

Es un enfoque más simplista que el último proceso mundialista.

Martino recorrió el área técnica con intención durante los juegos como si no estuviera demasiado feliz, pero el estilo de juego fue bien recibido por este grupo de jugadores del Tri. La alta presión de Martino se podía ver, los laterales subían bastante y el Tri trató de salir jugando y dominar la posesión.

Martino declaró que la concentración era “netamente positivo», pero sabe que el equipo puede mejorar.

“Evidentemente se puede mejorar mucho más porque es imposible que podamos tener un funcionamiento muy fluido y muy pulido cuando tenemos tan pocos entrenamientos y tan pocos partidos”, dijo.

La única vez que Martino perdió el control fue cuando el entrenador de Paraguay, Eduardo Berizzo, su ex compañero de Newell’s Old Boys, pateó el balón en sus lentes en la segunda mitad, causándole un corte en su nariz.

También ha habido un cambio notable en el tono para ser más inclusivo con los jugadores con base en México.

“Desde que él llegó nos hizo saber que el futbolista mexicano que está en Europa y el que está acá, tiene posibilidades, algo que no pasaba en el proceso anterior y eso nos tiene muy emocionados,” comentó Rodolfo Pizarro el viernes pasado.

Es una postura pragmática de Martino. Las realidades de los altos salarios en México y la atracción de la MLS significa que puede ser cada vez más difícil para los jugadores mexicanos pasar a las ligas europeas.

Obviamente, es el período de la luna de miel para Martino, pero no olvidemos que fue solo en noviembre pasado que Guillermo Ochoa dijo que el Tri «no tiene camino, no tiene rumbo».

Sin duda, esta concentración ha restaurado la sensación de que la selección de México tiene un camino y un entrenador que hasta el momento ha dejado una impresión positiva, aunque Martino tiene sus pies plantados firmemente en el piso.

«Hay que tener equilibrio en ese aspecto (ovaciones de la gente para él). Va a llegar el momento en el que también me van a poner buenas p*teadas».

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