Sale la nueva canción de la artista colombiana, dedicada a Milan y Sasha
No hay nada más apetecible que un salseo. Ni nada más tierno que una estampa familiar. Si a la combinación de ambas se le suma un beat pegadizo y la firma vocal de Shakira, tiene todas las garantías para ser un éxito.
Esta noche la colombiana ha lanzado su nueva canción, Acróstico, en todas las plataformas habidas y por haber. Como la Cenicienta, rompe el hechizo y acaba la mística que ha generado semanas de especulación en torno a la temática de su próximo tema. El reto ahora, como en su trilogía de la ruptura (Te felicito, Monotonía y la Sesión 53 con Bizarrap) y en la colaboración con Karol G en TQG, es recoger el zapatito de cristal de la cantante y descubrir los Easter eggs escondidos en su salón de baile.
El acróstico al que hace referencia el título de la canción es un guiño a sus hijos, Milan y Sasha: las primeras letras de algunos de los versos de la canción contienen sus nombres. La canción comienza así:
«Me enseñaste que el amor no es una estafa, y que cuando es real no se acaba
Intenté que no me veas llorar, que no vieras mi fragilidad, pero
Las cosas no son siempre como las soñamos
A veces corremos, pero no llegamos
Nunca dudes que aquí voy a estar»
Y más adelante la letra incluye el nombre de Sasha:
«Se nos rompió solo un plato no toda la vajilla y aunque no sé poner la otra mejilla
Aprender a perdonar es de sabios, que solo te salga amor de esos labios
Si las cosas se dañan no se botan, se reparan, los problemas se afrontan y se encaran
Hay que reírse de la vida
A pesar de que duelan las heridas»
Shakira hizo una breve publicación el miércoles por la noche en sus redes sociales para anunciar el inminente lanzamiento de Acróstico. Compartió una ilustración en la que aparecen dos crías de pájaro abandonando el nido junto a su nombre y el de la canción.
En paralelo, la cuenta Shakira Media publicó la que parece que será la portada oficial del sencillo, en la que el nombre de la artista y el del tema están escritos sobre una caja de cartón de una mudanza, de la que sobresale un oso de peluche.
La magia de Twitter había hecho posible que se filtrase un fragmento de la letra, dedicada a sus hijos, Milan y Sasha, con quienes habría grabado también un emotivo videoclip durante sus últimos días en su casa de España: «Lo único que quiero es su felicidad / Pero las cosas no son siempre como las soñamos, a veces corremos, pero no llegamos / Nunca dudes que aquí voy a estar». Estas líneas ya aparecieron en una de las historias de Instagram de Shakira cuando la artista coliombiana abandonó Barcelona.
La carrera de Shakira ha pasado por diferentes fases en los últimos años, con altibajos en la calidad de sus temas, aunque no tanto en la popularidad de la propia artista. Desde su ruptura con Gerard Piqué, la estrella ha encontrado en la venganza un nicho de mercado -para muchos cuestionable y, para otros, empoderante- porque, como ella misma dice en el hit con Bizarrap, «las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan». Y sí que ha facturado, sí: casi 30 millones de euros por una canción que, a las 10 horas de su lanzamiento, acumulaba 27 millones de visualizaciones y se situaba en el número 1 de las tendencias musicales de YouTube a nivel internacional.
Tras el rencor, el duelo, los celos y la aceptación, el objetivo de monetizar cada resquicio de su vida personal culminaría en Acróstico con una oda al amor de madre, muy alejada de los ritmos urbanos y de las pullas a las que nos tenía acostumbrados últimamente.
El tema, supuestamente dedicado a Milan y Sasha, será el primer trabajo en solitario de Shakira desde Don’t Wait Up, publicada en 2021 y que no tuvo tanto impacto como las canciones posteriores. En 2022 -año fatídico en el plano emocional- se coló en los primeros puestos de las listas con Te Felicito, su single con Rauw Alejandro, y Monotonía, donde compartió protagonismo con Ozuna.
De cara al lanzamiento de su duodécimo álbum de estudio, puede que Shakira haya decidido apagar los rescoldos que dejaron las letras incendiarias. Un pequeño respiro nunca viene mal.