La drogaron con mariguana y cocaína para que perdiera toda voluntad de decisión, abusaron sexualmente de ella y fue el dolor excesivo lo que le provocó la muerte
Lucía Pérez murió de una forma “aberrante”, así lo calificó la fiscal que lleva el caso de la joven argentina de sólo 16 años que no sólo desató manifestaciones e impulsó una indignación social que pocas veces se ha visto en Argentina, también puso en la mira la violencia de género que se vive en Latinoamérica.
A Lucía la drogaron con mariguana y cocaína para que perdiera toda voluntad de decisión, luego abusaron sexualmente de ella y le introdujeron objetos en el cuerpo. Fue tanto el dolor que esa fue la causa de muerte, informó la fiscal del caso María Isabel Sánchez.
Tras el asesinato de la todavía adolescente sus agresores la bañaron, la vistieron, la introdujeron a un auto y la llevaron a un hospital de la ciudad de Mar del Plata, en donde la abandonaron. Los doctores se dieron cuenta de lo grave que había sido el abuso al ver moretones y rastros de ADN aún dentro de Lucía, calificaron el acto como una “agresión sexual inhumana”.
La familia de Lucía relata que la joven fue entregada a los agresores por una amiga de la escuela en donde cursaba el último año de secundaria, sin embargo, la fiscalía sopesa otra teoría: que Lucía mantenía una relación de amistad con uno de los agresores y acudió de manera voluntaria a la casa en donde fue violada.
Matías Farías, de 23 años, y Juan Pablo Offidani, de 41, fueron detenidos ayer en el lugar en donde presuntamente ocurrieron los hechos, se realizó una tercera orden de arresto para otro sujeto involucrado. El auto usado por los sospechosos había sido reportado meses antes por supuesta venta de droga en la zona de colegios.
“Jamás vi una conjunción de hechos tan aberrantes”, dijo la fiscal al conocer los detalles de la agresión, la cual ocurrió días después de una enorme protesta, en la ciudad de Rosario, en la que decenas de mujeres exigieron atención de las autoridades para acabar con la violencia de género. La marcha fue reprimida con balas de goma y gases lacrimógenos.